domingo, 3 de abril de 2011

Escasez de agua: un problema que se agudiza

La escasez de agua es consecuencia de la mala distribución y accesibilidad


PANAMÁ. Los cada vez más frecuentes conflictos por los recursos hídricos son el reflejo del problema de escasez de estos bienes. Esta visión de crisis, parte desde los recientes años noventa, del creciente agotamiento del recurso versus el incremento de la demanda proyectada a futuro frente al crecimiento poblacional. 

Pero también, hay quienes proponen una visión diferente basada en la complejidad del equilibrio ambiental puesto en peligro debido a la intervención humana en el ciclo hídrico y plantean que el problema de escasez es causado por su distribución y accesibilidad y no la cantidad de agua existente. En este sentido, los conflictos observados comúnmente por falta de agua para diversos usos, dan cuenta de que, al ser comprometida para actividades que benefician a unos, alejan de su acceso a otros. 

INCOHERENCIA DE LAS POLÍTICAS PÚBLICAS 

El papel complaciente con iniciativas que resultan en insostenibilidad, asumido por los grupos que han administrado al Estado panameño en los últimos veinte años, no son la excepción en el concierto de países latinoamericanos, ya que las reformas legales e institucionales que supuestamente buscan la eficiente gestión de los recursos hídricos se orientan hacia un cada vez más reducido papel del Estado, empleando mecanismos de mercado a fin de proteger y promover la inversión privada, para reducir la presión sobre los presupuestos estatales de forma tal que estos reorienten el gasto público hacia otras demandas ‘políticamente más urgentes’. 

En tal sentido, el problema no es el otorgamiento per se de concesiones para usos del agua; el problema está en que se ofrezcan sin sentido de sostenibilidad ni de equidad social. Como en el caso de ríos importantísimos que nacen en tierras altas chiricanas, hay sobresaturación en sus concesiones. 

Resulta irónico que en sitios de Chiriquí, Bocas del Toro y la comarca Ngäbe-Buglé, donde se desarrollan proyectos hidroeléctricos, se encuentren comunidades enteras sin el acceso a luz eléctrica y en no pocas ocasiones sin la dotación de agua potable y el saneamiento básico. Tan irónico, como que las comunidades vecinas del lago Gatún, donde existen las plantas potabilizadoras de la Autoridad del Canal de Panamá y la distribución del IDAAN, experimenten escasez del agua por no contar con ese servicio. 

Pareciera que los diseñadores del proyecto se olvidaron de que vivía gente en estos lugares y no se contemplaron líneas de distribución hacia ellas, sino solamente hacia los centros urbanos y la periferia de ese distrito. Cabe esperar que, en situaciones como esta, la protesta pública de las comunidades sea una invitada obligada a la que después las mismas autoridades pretendan sancionar por ‘alterar el orden’. 

La Gráfica No. 1 presenta la dispersión que existe entre el número de concesiones de agua otorgadas y el número de hectáreas reforestadas. La curva de regresión revela una muy raquítica correlación entre ambos índices (esto es, una R2 de apenas 0.0151) en el período dereferencia. 

Obsérvese que hay una provincia (Chiriquí) con un exagerado número de concesiones, pero que muestra una relativamente baja superficie reforestada (punto final de la línea en la Gráfica No.1) y por lo común, el resto de las provincias muestran bajos niveles de reforestación, con independencia que se otorguen muchas o pocas concesiones (el apiñamiento de puntos hacia la izquierda de la Gráfica No.1 así lo indica) con lo cual pareciera sugerirse la inexistencia de coherencia en la política hídrica-ambiental panameña. 

EL PUEBLO NGÄBE-BUGLÉ: AMIGO DE LOS RECURSOS HÍDRICOS 

Estudios especializados del Consejo Latinoamericano de Sociología (CLACSO) sostienen que la etapa actual de aplicación de las políticas neoliberales en Latinoamérica está marcada por la intensificación de un modelo extractivo exportador (léase explotación de la minería metálica) que afecta los recursos naturales. 

Cabe advertir que, aún en el escenario que las empresas mineras metálicas apliquen prácticas de ‘responsabilidad social’, el volumen gigantesco de agua que este tipo de actividad requiere, inevitablemente introduce un conflicto con quienes hacen uso actual y a futuro de este recurso vital, en el contexto de un país pequeño como el nuestro. Téngase en cuenta que una mina metálica de tamaño un poco menor que la pretendida en Cerro Colorado, utiliza en una hora el volumen de agua que una familia campesina demora en consumir durante 20 años. Por ello, la oposición de la población ngäbe-buglé, de los campesinos de Chiriquí Oriente y el occidente de Veraguas ejerce contra la minería metálica, no se fundamenta en ‘meros caprichos conservacionistas’. 

Sin duda, frente a este tema hay mayor solvencia moral y política entre los grupos que han hecho aportes sustanciales a la preservación de los recursos naturales. 

Pero, ¿quiénes se han apropiado de los recursos boscosos poniendo en riesgo a las fuentes de agua de nuestro país? ¿Quiénes han sido amigables con el ambiente? 

Al menos geográficamente, la respuesta la ofrece la información de la Gráfica No. 2, donde es evidente que en las provincias de Coclé, Los Santos y Herrera operan los agentes sociales y económicos con las peores prácticas de manejo de la cobertura boscosa, ya que, en el período de referencia, redujeron su superficie de bosques en -18%, -22% y -17%, respectivamente. (Gráfica No.2) 

Solamente los pobladores de la comarca Ngäbe–Buglé sobresalen en la protección de sus recursos boscosos y, por ende, en la protección de sus fuentes de agua, esto es, con un porcentaje (2.6%) que muestra un aumento de su superficie cubierta por bosques. 

Un último argumento, existe información que habla de bajos niveles de deforestación dentro de las comunidades que pertenecen a la cuenca hidrográfica del Canal de Panamá. Esto es, aproximadamente -0.4% (CICH, 2007), ciertamente más baja que el resto de las regiones después de la comarca ngäbe-buglé. 

Este logro en la cuenca canalera ha sido posible gracias a la presencia de muchos recursos invertidos que han estimulado ciertas prácticas socioambientales. 

Los ngäbes-buglés, empero, sin esos recursos financieros y técnicos han logrado mucho más por ser de la Cultura Abia; por tanto, amigos incondicionales de los recursos naturales. 

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