(AFP
Miembros de la comunidad indígena de la etnia de Panamá protestan por la instalación de una mina a cielo abierto, el 27 de febrero en San Félix. (AFP, -)
PANAMÁ — Al menos un indígena muerto, un cuartel policial quemado y varios heridos dejaron este domingo en Panamá violentos enfrentamientos entre agentes antimotines y cientos de nativos que bloqueaban desde hace seis días rutas del oeste del país en protesta contra la minería y proyectos hidroeléctricos en sus territorios.
Unidades antidisturbios disolvieron con gases lacrimógenos las protestas en distintos puntos de las occidentales provincias de Chiriquí -fronteriza con Costa Rica- y Veraguas, donde estaban bloqueadas con árboles y piedras vías estratégicas como la Interamericana, que comunica a Panamá con el resto de Centroamérica.
Hasta el momento no hay un balance total de heridos, detenidos o daños materiales, y según reportes locales durante la mañana del domingo siguieron los disturbios en esa zona, donde están interrumpidas las comunicaciones por telefonía móvil.
Desde zonas de conflicto, dirigentes indígenas informaron -por vías alternas a los medios locales- que tienen varios heridos, incluso por disparos, en tanto que la Policía reporta seis de sus agentes lesionados por piedras y objetos que, según afirma, les lanzaron los manifestantes.
Hay "un muerto (...). Las unidades antimotines tienen solo el equipo para control de multitudes y no armas letales, por lo tanto esa persona no pudo haber muerto por ningún tipo de disparos" policiales, dijo al canal Telemetro el ministro de Seguridad, José Raúl Mulino.
"Nos han tirado los antimotines. Estábamos tan tranquilamente manifestándonos pacíficamente y nos han reprimido. Eso no es justo", dijo desde Chiriquí a radio RPC Omayra Silvera, dirigente de la coordinadora indígena que organiza las protestas.
Desde otro punto de tensión, un manifestante, identificado como Fabio Pinzón, afirmó: "Tenemos heridos y detenidos. Nos están tirando las bombas (lacrimógenas) y perdigones".
El sacerdote Carlos de la Cruz, de Tolé (Chiriquí), relató a los medios de comunicación que un contingente de policía atacó a los manifestantes y recibió apoyos por helicóptero. "Han disparado balas, perdigones y gases lacrimógenos. Temprano llevé tres heridos (al hospital) y se han llevado varios detenidos. He visto los proyectiles", afirmó.
Mulino negó tajantemente esa versión y acusó a los indígenas de quemar un cuartel de Policía en San Félix (punto más conflictivo de la protesta), de intentar atacar otro en David, capital de Chiriquí; y de saquear la sucursal de un banco.
"La policía ha despejado casi el 100% de la ruta. Lo importante es que el tráfico se ha ido normalizando y la Policía viene limpiando la carretera de escombros, troncos, láminas de acero y los camiones han empezado a circular", dijo Mulino.
Desde San Félix, Chiriquí, Adonais Cortés, miembro de una comisión de la Iglesia que buscaba el diálogo, dijo que los dirigentes indígenas habían acordado despejar las carreteras para empezar a negociar, pero los manifestantes se negaron porque no tenían una propuesta concreta del gobierno.
Cortés afirmó que el gobierno no tiene credibilidad y señaló que la quema del cuartel se dio como "fruto de la ira" por la muerte del indígena, que identificaron como Jerónimo Montezuma.
La intervención policial se dio luego de que el sábado delegados del gobierno del derechista Ricardo Martinelli no acudieran al diálogo con los indígenas promovido por la Iglesia Católica.
Los indígenas de la etnia Ngöbe Buglé -la mayor del país- iniciaron el lunes la protesta para exigir que un proyecto que debate el Congreso prohíba la construcción de hidroeléctricas y la explotación de minas en sus comarcas.
El gobierno acepta no desarrollar actividades mineras pero rechaza prohibir la construcción de hidroeléctricas, ya que asegura que ello supondría un sobrecosto de 200 millones de dólares para el Estado para suplir la demanda energética.
Los bloqueos dejaron varadas a cientos de personas, entre ellas turistas, principalmente de Costa Rica, y ya empezaban a provocar desabastecimiento de alimentos en la capital y otras zonas.
http://www.google.com/ hostednews/afp/article/ ALeqM5gWDvb727mrQcoUzn8ZEiM_ mLo1XQ?docId=CNG. 051153c571410738b313b96a49d4ed 9a.221
Miembros de la comunidad indígena de la etnia de Panamá protestan por la instalación de una mina a cielo abierto, el 27 de febrero en San Félix. (AFP, -)
PANAMÁ — Al menos un indígena muerto, un cuartel policial quemado y varios heridos dejaron este domingo en Panamá violentos enfrentamientos entre agentes antimotines y cientos de nativos que bloqueaban desde hace seis días rutas del oeste del país en protesta contra la minería y proyectos hidroeléctricos en sus territorios.
Unidades antidisturbios disolvieron con gases lacrimógenos las protestas en distintos puntos de las occidentales provincias de Chiriquí -fronteriza con Costa Rica- y Veraguas, donde estaban bloqueadas con árboles y piedras vías estratégicas como la Interamericana, que comunica a Panamá con el resto de Centroamérica.
Hasta el momento no hay un balance total de heridos, detenidos o daños materiales, y según reportes locales durante la mañana del domingo siguieron los disturbios en esa zona, donde están interrumpidas las comunicaciones por telefonía móvil.
Desde zonas de conflicto, dirigentes indígenas informaron -por vías alternas a los medios locales- que tienen varios heridos, incluso por disparos, en tanto que la Policía reporta seis de sus agentes lesionados por piedras y objetos que, según afirma, les lanzaron los manifestantes.
Hay "un muerto (...). Las unidades antimotines tienen solo el equipo para control de multitudes y no armas letales, por lo tanto esa persona no pudo haber muerto por ningún tipo de disparos" policiales, dijo al canal Telemetro el ministro de Seguridad, José Raúl Mulino.
"Nos han tirado los antimotines. Estábamos tan tranquilamente manifestándonos pacíficamente y nos han reprimido. Eso no es justo", dijo desde Chiriquí a radio RPC Omayra Silvera, dirigente de la coordinadora indígena que organiza las protestas.
Desde otro punto de tensión, un manifestante, identificado como Fabio Pinzón, afirmó: "Tenemos heridos y detenidos. Nos están tirando las bombas (lacrimógenas) y perdigones".
El sacerdote Carlos de la Cruz, de Tolé (Chiriquí), relató a los medios de comunicación que un contingente de policía atacó a los manifestantes y recibió apoyos por helicóptero. "Han disparado balas, perdigones y gases lacrimógenos. Temprano llevé tres heridos (al hospital) y se han llevado varios detenidos. He visto los proyectiles", afirmó.
Mulino negó tajantemente esa versión y acusó a los indígenas de quemar un cuartel de Policía en San Félix (punto más conflictivo de la protesta), de intentar atacar otro en David, capital de Chiriquí; y de saquear la sucursal de un banco.
"La policía ha despejado casi el 100% de la ruta. Lo importante es que el tráfico se ha ido normalizando y la Policía viene limpiando la carretera de escombros, troncos, láminas de acero y los camiones han empezado a circular", dijo Mulino.
Desde San Félix, Chiriquí, Adonais Cortés, miembro de una comisión de la Iglesia que buscaba el diálogo, dijo que los dirigentes indígenas habían acordado despejar las carreteras para empezar a negociar, pero los manifestantes se negaron porque no tenían una propuesta concreta del gobierno.
Cortés afirmó que el gobierno no tiene credibilidad y señaló que la quema del cuartel se dio como "fruto de la ira" por la muerte del indígena, que identificaron como Jerónimo Montezuma.
La intervención policial se dio luego de que el sábado delegados del gobierno del derechista Ricardo Martinelli no acudieran al diálogo con los indígenas promovido por la Iglesia Católica.
Los indígenas de la etnia Ngöbe Buglé -la mayor del país- iniciaron el lunes la protesta para exigir que un proyecto que debate el Congreso prohíba la construcción de hidroeléctricas y la explotación de minas en sus comarcas.
El gobierno acepta no desarrollar actividades mineras pero rechaza prohibir la construcción de hidroeléctricas, ya que asegura que ello supondría un sobrecosto de 200 millones de dólares para el Estado para suplir la demanda energética.
Los bloqueos dejaron varadas a cientos de personas, entre ellas turistas, principalmente de Costa Rica, y ya empezaban a provocar desabastecimiento de alimentos en la capital y otras zonas.
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